Los castaños (Castanea sativa) son árboles preciosos y muy frondosos. Su fruto, la castaña, se lleva consumiendo como fuente de hidratos de carbono desde tiempos remotos (se dice que desde el Paleolítico). Así, aunque este nutriente predomine a los lípidos, las castañas son consideradas frutos secos.
Antes de la llegada de la patata y el maíz del Nuevo Mundo (siglo XVII), las castañas (y las bellotas) eran un alimento de subsistencia importantísimo en algunas regiones de Europa. Dawamoru, en su libro “Silvestre, comestible y creativo” introduce sus recetas con castaña explicando que los romanos, al expandirse por toda Europa, extendieron el uso del castaño para servir de soporte a las viñas. Por otro lado, los celtas celebraban la vida en el bosque reuniéndose bajo los árboles. Una de las reuniones más conocidas es lo que hoy en día conocemos como “magosto”, en la que consumimos las castañas asadas, y que indica el fin del verano e inicio de un nuevo ciclo. Indica el fin de las cosechas, y el almacenamiento de provisiones para el invierno.
Entre las propiedades nutricionales de la castaña cabe mencionar su alto contenido en carbohidratos, como ya he mencionado, que además son complejos. Por ello, ayudan al mantenimiento de la glucemia, a disminuir el estreñimiento y a incrementar la sensación de saciedad. Por ello, son una fuente maravillosa de hidratos de carbono. Además, contienen hierro, potasio y folatos, entre otros nutrientes.
Según la Medicina Tradicional China, se dice que las castañas “ayudan a controlar la sangre”, por lo que también son idóneas para la fragilidad capilar y las varices.
Su momento de recolección es entre septiembre y diciembre. Mola ponerse las botas e irse al bosque a por ellas 🙂
CONSEJOS CULINARIOS:
Puedes consumir las castañas tanto crudas como cocinadas. También puedes dejarlas secar para conservarlas por más tiempo en la alacena, deshidratadas.
Si las vas a consumir crudas, pélalas y déjalas a remojo durante 12 horas. Después, escáldalas o ponlas en agua caliente para poder extraerles la piel más externa. Ten en cuenta que en crudo son algo más indigestas, y que sería bueno entonces acompañarlas con una infu de hinojo, por ejemplo. En el libro de Dawamoru tienes recetas muy ricas y silvestres con ellas (queso untable, tarta).
Si las vas a consumir cocinadas, puedes partirlas a la mitad y cocerlas con su cáscara y su piel, que luego te serán más fáciles de extraer. Para asarlas, seguro que ya sabes que lo mejor es hacerles un pequeño corte para que no estallen.
COCINA FUNCIONAL CON CASTAÑAS:
Hola. Recién acabo de encontrar la página, lo poquito que he leído me gustó, un sobré saliente.
La crema de castañas, pueden ser congeladas, creo que servirán para esta gran crema
Hola María!
Sí, podría ser congelada. Ya nos cuentas qué tal te salió 🙂
Muchas gracias por comentar tan bonito y nutritivo 🙂