Todo cambia si las personas cambian. Y las personas cambian cuando se les da las herramientas para poder elegir, y cuando se las deja crear y experimentar.
Vivimos en un mundo en el que cada vez se da más peso al pensamiento analítico, calculador, abstracto y objetivo. La intuición, el pensamiento imaginativo, subjetivo y metafórico se queda relegado a incluso no saber usarlo. Los pensamientos realistas, fríos y dominantes imperan sobre los complejos, flexibles, visuales y místicos. Así, hemisferios izquierdo y derecho no se ven igualados en sus usos.
¿Sabéis cuál creo que es uno de los grandes problemas? Que criamos y educamos a personas que permanecen sentadas en pupitres durante 5-6 horas al día, 5 días a la semana, y entre 10-12 años (o más si hay estudios posteriores). Invertimos 1.300 horas/año, que a lo largo de 10 años son 13.000 horas. ¡¡ 13.000 horas!! Y a eso súmale el estar sentado delante de ordenadores y consolas de videojuegos.
No digo que estando sentado no puedan surgir pensamientos imaginativos (necesarios para escribir una novela de ficción, o hasta para un experimento científico), pero estoy completamente segura de que de todas estas horas, muchísimas menos de la mitad están siendo empleadas en saber manejar y entender nuestro hemisferio cerebral derecho. Es más, el sistema educativo español está pensado para hacernos cada vez más izquierdos que derechos (mmm, curiosa reflexión…). Es por ello que nuestra labor, la del profesor/maestro, y el enfoque didáctico en clase es tan importante.
“Al hemisferio derecho hay que invitarlo a funcionar, pues no se manifiesta fácilmente.
Por ello es necesario que hagamos actividades como caminar, escuchar música, reír, dibujar o estar en la naturaleza.”
Quedémonos con el “estar en la naturaleza”. Os voy a contar una cosa…
La semana pasada tuvimos una visita familiar en nuestros eco-huertos: Claudia y Quique. Tanteamos un poco el terreno y les invitamos a pasear por las huertas para que vieran de dónde salen los alimentos que llegan a sus platos, cómo crecen, cómo se cultivan, cómo se recogen, cómo saben nada más ser recolectados. Fue muy interesante porque teníamos dos ejemplos educativos totalmente diferentes. Claudia va a un colegio en el que hay una pequeña huerta, y en el que le enseñan a cultivar alimentos, a verlos crecer y a identificarlos. Quique va a un cole totalmente convencional.
Ella era la única que sabía identificar cada alimento que le señalábamos; además, era la que más interés mostraba por todo, la que quería ir a sacar patatas, y la que quería sembrar garbanzos.
Claudia y Quique en nuestros eco-huertos
Existen varios estudios científicos que reflejan cómo los niños que crecen en centros educativos que poseen huertas, mejoran su apetencia por las verduras y las frutas.
Se sabe que la huerta ayuda a manejar mejor el estrés, e impulsar un mejor estado de ánimo. En parte, gracias al contacto con la bacteria Mycobacterium vaccae, que induce la neurogénesis de neuronas que sintetizan serotonina (que juega un papel importante en el aprendizaje) y norepinefrina en el cerebro (explicado por Dorothy Matthews y Susan Jenks, investigadoras de Sage Colleges, de Nueva York).
Además, estar en la huerta te mantiene en buenas condiciones físicas. Mi abuelo Daniel decía que eso de sudar por sudar no tenía sentido, que ya que sudas pues que hagas algo productivo. En su caso, ya jubilado, se pasaba mañana y tarde bajo sus viñedos, sudando el “caldo” que vendría después. Cuando en la actualidad veo a Sergio, que es el que más está en la huerta, me digo lo mismo “él suda con la huerta, él hace actividad física productiva para su físico, para su mente y para su paladar”.
Una vez, uno de mis alumnos (12 años), al que no le gustaba nada de nada estudiar… Una vez me dijo…
“Profe Silvia, si todo lo que necesito para vivir es alimentarme, relacionarme y reproducirme, ¿por qué en el colegio no me enseñan a cultivar y a cocinar? ¿Por qué no me enseñan a ser mejor compañero, hijo, hermano y amigo? Y bueno… Reproducirme ya llegará el momento”.
Esto es lo que me dijo. Me dejó boquiabierta. ¡¡¡Es que tiene razón!!!
Bueno, pues os dejo con el vídeo de Birke Baehr, un niño que claramente te explica lo que siente él en relación a todo lo que os he contado. Espero que os guste, y que os mueva por dentro.
¿Qué sucede con nuestro sistema alimentario?
Una de las pasiones de V de Vegetal es ir a centros educativos para impartir charlas y conferencias, tanto para padres y madres, como para alumnos. Puedes leer más sobre ello aquí.
FUENTES Y MÁS INFO
Duncan MJ, Eyre E, Bryant E, Clarke N, Birch S, Staples V, Sheffield D. The impact of a school-based gardening intervention on intentions and behaviour related to fruit and vegetable consumption in children. J Health Psychol. 2015
Hutchinson J, Christian MS, Evans CE, Nykjaer C, Hancock N, Cade JE. Evaluation of the impact of school gardening interventions on children’s knowledge of and attitudes towards fruit and vegetables. A cluster randomised controlled trial. Appetite. 2015
Christian MS, Evans CE, Nykjaer C, Hancock N, Cade JE. Evaluation of the impact of a school gardening intervention on children’s fruit and vegetable intake: a randomised controlled trial. Int J Behav Nutr Phys Act. 2014
Cunningham-Sabo L, Lohse B. Cooking with Kids positively affects fourth graders’ vegetable preferences and attitudes and self-efficacy for food and cooking. Child Obes. 2013
Grabbe L, Ball J, Goldstein A. Gardening for the mental well-being of homeless women. J Holist Nurs. 2013
Lowry et al. Identification of an immune-responsive mesolimbocortical serotonergic system: Potential role in regulation of emotional behavior. Neuroscience. 2007
Getting Dirty May Lift Your Mood. Bristol University: Medical News Today. 5 de abril de 2007.
Dirt exposure ‘boosts happiness‘. BBC News. 1 de abril de 2007.
http://www.dietoflife.com/gardening-is-good-for-your-health-can-fight-stress-keep-you-limber-and-improve-your-mood/[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]
Pingback: Voluntariados: antiinflamatorios naturales
Pingback: Las bellotas: historia, propiedades, procesado y receta